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En 1940 España cambió su hora sumándole una a la del Sol, y las 23 pasaron a ser las 24:00. Lo más curioso es que se trataba de una medida provisional por la guerra mundial, y hoy casi 80 años después sigue vigente, como si nadie se hubiera acordado de revocarla desde entonces.

En España tenemos problemas con el horario, muy diferente al del resto de Europa. Hay personas que cuestionan la situación actual, queriendo regresar al tiempo “que nos corresponde”, GMT + 0 (Tiempo Medio del meridiano de Greenwich), y tachan al actual sistema de franquista.

Falsa creencia. El que tenemos en España es un horario franquista, pues Franco cambió la hora para adaptarse a los horarios de Alemania e Italia.
Antes de 1901, cuando España adoptó el sistema de Husos Horarios, las distintas ciudades del país tenían horas diferentes y en una ciudad como Sigüenza podían convivir tranquilamente la hora del meridano del lugar, la de la catedral, y la del ferrocarril o el telégrafo (la del meridiano de Madrid), todas difiriendo hasta en un máximo de un cuarto de hora. El paraíso de los tribalistas.

Siete meses después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el 16 de marzo de 1940, España sumó una hora a su Hora Oficial, pasando a tener GMT +1, para adaptarse a sus vecinos, Portugal, Francia y el Reino Unido, quienes acababan de cambiar su horario 3 semanas antes, con la intención de ganar una hora de luz por la tarde, robándole una a la madrugada, lo que les permitía alargar la jornada de las fábricas y las operaciones militares.

Alemania tomó la misma decisión otras 3 semanas después, el 1 de abril, adoptando el tiempo a GMT +2, por lo que España y Alemania se llevaron una hora durante toda la Segunda Guerra Mundial. Paradójicamente, el horario adoptado por Franco fue el mismo que había tenido la República desde abril de 1938 hasta el fin de la Guerra Civil.

La diferencia fundamental entre España y sus vecinos aparece al acabar la contienda. Todos los países volvieron a su horario original, salvo Francia (De Gaulle se dio cuenta de las ventajas de éste), y España (que seguía teniendo problemas económicos importantes y ya se había acostumbrado al nuevo tiempo).
Falsa creencia. El problema de los horarios españoles se resolvería si cambiáramos a nuestro “horario natural”.

Son muchos los detractores de este horario, pues somos el país europeo que, de media, más tarde se levanta (7:30), almuerza (14:00), y se acuesta (24:00). Llevamos dos horas de “retraso” respecto de las agendas de nuestros vecinos Francia e Italia. Claro que, como tenemos 1 hora en invierno y 2 en verano de “adelanto”, nos levantamos y almorzamos respecto del Sol en un horario muy parecido al de los demás. El problema no está aquí.

Si cambiáramos el horario al de nuestro huso, GMT + 0, en invierno saldríamos de trabajar de noche, y poco a poco las empresas irían adelantando el momento de entrada para poder salir antes. Al final llegaríamos a la situación de partida; aunque con una hora menos escrita en el reloj.

Tendríamos la ventaja de tener el mismo horario en toda España (península, Baleares y Canarias), y coincidiríamos con el Reino Unido (que está a punto de abandonar la Unión Europea), para perder el Horario Centroeuropeo que nos conecta con una veintena de países de Europa, entre ellos Francia, Alemania e Italia, nuestros socios comerciales.

Sin embargo, seguimos teniendo un problema: somos los europeos que menos horas duermen y eso se refleja en la salud y el buen humor. Nos levantamos con el Sol, pero nos acostamos muy tarde (como resultado de ser uno de los países de Europa con más horas aprovechables de sol). Esto hay que resolverlo bien, pues el mayor error que podríamos cometer sería adoptar horarios de noruegos o suecos. ¡Que más quisieran ellos que tener nuestras horas de sol en invierno y nuestro clima para disfrutarlas!

La solución es un pacto general para concentrar la jornada escolar y laboral (eliminar la jornada partida con 2 horas para comer) para conciliar vida profesional y privada, y tener más tiempo para disfrutar; adelantar el horario de las televisiones (noticias a las 14 y 19, la franja de máxima audiencia hasta las 23…), cambiar las horas de los cines y los teatros, etc.; cenar a las 20 y descansar más horas.

Cambiar o no la hora da lo mismo pues, como dicen los Borg, “nos adaptaremos”.

Para saber más: Planesas, Pere. La Hora Oficial en España y sus Cambios. Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid, 2013.