Sajor
Alejo de los Reyes en la Iglesia de Santiago

En ocasiones se logra montar un concierto por pura concurrencia; el guitarrista argentino Alejo de los Reyes usa dos guitarras, una fabricada por su abuelo, la otra por el lutier o violero Luc Breton, suizo,  quien probablemente le puso en contacto con Leonard Platner, también suizo y que hace un tiempo se hizo cargo del taller de guitarras del afamado Arcángel Fernández en Madrid; como Leonard conoce a José Luis Romanillos un buen día propone a Alejo acercarse a Guijosa para que lo conozca, de manera que no hace 4 meses allí se encontraron los dos violeros y el guitarrista; José Luis conserva en su casa la última guitarra que construyó para celebrar los 50 años de unión con su mujer Marian Harris, y es el nombre que le ha quedado al instrumento “la de los cincuenta”, invita a Alejo a tocar y ambos se maravillan, el guitarrista por el instrumento y el violero por el intérprete, de ahí nace la idea de un concierto en Sigüenza con esa guitarra y Alejo bajo el patrocinio de la Asociación de Violería y Organología Instrumental Romanillos-Harris, Alejo incorpora la fecha a su gira europea de este año 2015.

La primera parte del concierto, prácticamente dedicada al guitarrista y compositor argentino Abel Fleury, fue un delicioso y delicado paseo sonoro por los distintos  ritmos de las variadas regiones de Argentina, “milonga”, “chamarrita”, “triste”, “chacarera”, “malambo”, “gato cuyano” y “cueca”, preciosas muestras de creación sobre el rico folklore recogido por Fleury y que en la guitarra de Romanillos pulsada por Alejo nos hicieron volar; la pieza para cerrar fue homenaje a Atahualpa Yupanqui, gran cantor pero también guitarrista-compositor, así escuchamos un “carnavalito jujeño” auténtico sonido del altiplano; gracias a los acertados comentarios de Alejo sobre estas piezas pudimos escuchar esas particularidades y diferencias entre los distintos sones.

Antes de comenzar la segunda parte, José Luis Romanillos quiso destacar el hecho de que la guitarra tenía montadas cuerdas de tripa en las tres agudas tal y como se hacía desde el Medievo hasta los años cincuenta del pasado siglo, lo que produce un sonido más sutil que las de nylon; también subrayó que la guitarra estuvo a disposición de Alejo solo la mañana del concierto dando idea de la maestría y capacidad del guitarrista para adaptarse al instrumento. Y arrancamos con un “carnavalito”, seguido de un “triste”, para pasar a escuchar una interesante reseña sobre el gran Julio Sagreras, guitarrista, compositor y creador de método con sus lecciones progresivas en siete libros que hoy siguen vigentes en muchos conservatorios, para prueba escuchamos Estudio caprichoso sobre “La Güeya” (melodía popular), buena muestra de lo que se denomina en la guitarra el “ligado retardado”; Alejo nos declaró su amor por el tango, al que dedica el mismo tiempo que a la guitarra clásica, que vino de su mano con piezas arregladas por el mismo para guitarra, “Soledad” de C. Gardel, “Caminito” de Juan de Dios Filiberto y “Milonguero viejo” de Carlos Di Sardi; resaltó el rescate que hizo de “Milonga pa’Cacho Vazquez” de Ubaldo de Lío trascribiendo a partitura de una cinta magnética, pues el autor no la editó, y que una vez grabada se la remitió en disco al autor como pequeño reconocimiento.

El poco público que asistimos (domingo por la tarde y futbol) ovacionamos al guitarrista hasta conseguir la propina que quiso fuera de reconocimiento a la guitarra española por su parte con “Recuerdos de la Alhambra” de F. Tárrega. Alejo de los Reyes toca con alma, corazón y vida de músico guitarrista, un auténtico maestro con sus pocos años y del que volveremos a disfrutar, tarde o temprano, aquí o allá, pues merece toda consideración.

Gracias a José Luis, a Marian y a Alejo por este maravilloso regalo.