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Imágen de El Planeta de los simios. Franklin Schaffner

Cuando comencé a escribir estos artículos en La Plazuela, mi amigo Emilio Fernández-Galiano me lanzó una pregunta directa ¿son posibles los viajes en el tiempo? Me había resistido a contestar, porque una cosa es lo que dice la física hoy y otra lo que dirá dentro de 20, 100 o 500 años, pero al final me decidí a explicar lo que provisionalmente sabemos.

Viajar hacia el futuro no parece tener ningún problema, tú y yo lo hacemos 86.400 segundos cada día. Además, como nos enseñó Einstein, si nos moviéramos en una nave espacial a velocidades cercanas a la de luz (o nos acercáramos mucho a una gran masa, a una estrella, por ejemplo), el tiempo correría más despacio y, cuando volviéramos al lugar de procedencia, nos encontraríamos que allí el tiempo habría pasado más deprisa y, para nosotros, sería como haber ido al futuro; pero no podríamos volver a nuestro tiempo.

Esencialmente, la Mecánica Física, tanto la de Newton como la de Einstein, explican el Universo con ecuaciones reversibles: son idénticas, tanto si el tiempo va hacia adelante, como si va hacia atrás. Es decir, si por la Mecánica fuera, podríamos correr las ecuaciones hacia atrás y alcanzar un tiempo anterior.

¿Esto sería viajar en el tiempo? Depende de lo que llamemos viajar en el tiempo. Podríamos hacer que retrocediera el tiempo en el sistema en el que nos encontráramos, por ejemplo, en nuestra casa con un grupo de amigos. En ese caso todo iría retrocediendo: desbebiendo las cervecitas, despensando lo que se nos hubiera ocurrido, nuestros amigos irían saliendo de casa andando para atrás y llegaríamos a ayer sin saber que veníamos de mañana. Habríamos viajado en el tiempo, pero no nos enteraríamos de nada.

Sin embargo, parece que el tiempo siempre va hacia adelante ¿por qué?

Porque la física no se termina en la Mecánica, además de esta, tenemos la Termodinámica con sus famosos tres principios: “La energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma”, “Los sistemas naturales tienden espontáneamente al máximo desorden” y “No se puede alcanzar el Cero Absoluto, 0 K (cero Kelvin, o -373,15° C), en un número finito de pasos”.

El segundo principio dice que, de forma natural, los fenómenos van en un sentido (las cosas se enfrían de forma natural) y, para llevarlos en el sentido contrario es necesario aportar energía (artificialmente y con un coste energético podemos calentar nuestra casa), pero en el proceso se pierde energía por lo que no es completamente “reversible”.

Es decir, el segundo principio implica que existen fenómenos que no pueden volver atrás completamente: por ejemplo, si caliento un objeto por rozamiento, no es posible recoger todo el calor generado y volver a convertirlo en el movimiento inicial, porque el calor se ha dispersado de tal forma que no se puede reconcentrar sin pérdidas.

Esto significa que existen procesos reversibles y muchos otros, la mayoría, irreversibles en el tiempo. Lo que impide que a un sistema completo le apliquemos el tiempo hacia atrás, igual que no podemos desfreír un huevo. Esto es lo que llamamos “la flecha del tiempo”.

De modo que la Termodinámica nos dice que muchos fenómenos son irreversibles (casi todos los relacionados con el calor; por ejemplo, los biológicos) y, por tanto, que no se puede viajar hacia atrás en el tiempo, a pesar de que, con la visión simplista de la teoría de Mecánica, sí podríamos.
Ya sé lo que estás pensando, en Agujeros de Gusano y el Multiverso, pero eso lo dejamos para los siguientes artículos.