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Ahora que llega el calorcito proliferan en restaurantes, carnicerías y jardines las bolsas de plástico transparente llenas de agua para ahuyentar a las moscas.

Se trata de una falsa creencia del mismo tipo al de poner una cucharilla en la boca de una botella de cava abierta para que no pierda el gas: se justifica en que lo hace mucha gente, lo que para algunos es argumento bastante.

He escudriñado la cuestión en internet buscando explicaciones del fenómeno y he hallado páginas web que confunden una lupa con un prisma, mientras que otras no saben cómo funciona el ojo compuesto de una mosca. Unos dicen que las moscas al acercarse ven los objetos agrandados a través de la bolsa de agua y eso las asusta; otros que la luz aparece descompuesta en colores, lo que las ahuyenta.

Para saber qué hace una bolsa llena de agua con la luz… basta mirar. Si nos tomamos la molestia de comprobarlo, veremos que los objetos del otro lado se ven distorsionados, ya que la bolsa no tiene forma regular, pero no más grandes, ni más pequeños.

Algunos dirán que el problema es que hay que hacerlo con una botella de plástico (en EE.UU. y México se usan bolsas, en Argentina botellas y en España, como somos tan eclécticos, ambas). No se necesita un gran laboratorio científico para mirar a través de una botella llena de agua, cualquiera puede hacerlo, y lo que se ve cuando miramos desde lejos son imágenes comprimidas horizontalmente; mientras que, de cerca (menos de 10 cm), ampliadas en la misma dirección. En ningún caso se ven descomposiciones de la luz: los que hablan de “efecto prisma”, alucinan en colores.

Vayamos un paso más allá. Si las moscas vieran a través de la bolsa o la botella un animal agrandado, tampoco les supondría ningún problema, todos hemos visto moscas tan campantes ante caballos o bueyes.

Pero juguemos un poco con la lógica. Si aceptáramos la idea de que las moscas se asustan de las imágenes agrandadas tal como si vieran gigantes, entonces las moscas no se acercarían a la botella y se mantendrían a más de 10 cm de ella; lo que no significaría ninguna ventaja para nosotros, ni para la higiene de nuestros alimentos.

Hay páginas web que nos explican que el ojo compuesto de una mosca tiene entre 3.000 y 6.000 pequeños ojos y que ven un mosaico de imágenes diminutas. Describen una visión más o menos como la nuestra, pero dividida en regiones discretas; otras defienden que las moscas ven múltiples imágenes del mismo objeto (el cine ha hecho mucho mal a la ciencia).

Ya sean bolsas o botellas llenas de agua, no sirven como remedio contra las moscas

La realidad es que las moscas tienen un ojo parcelado que cubre casi 360 grados con el que aprecian muy bien el movimiento de los objetos que las rodean. Si ven un objeto con alguno de sus ojos individuales (llamados omatidios) y un momento después lo ven con alguno otro contiguo, pueden fácilmente saber que ese objeto se mueve, con qué dirección y a qué velocidad. Esto es muy conveniente cuando hay tantos animales (pájaros, insectos, arañas, mamíferos, anfibios, peces…) dispuestos a cazarlas al vuelo, ya que para ellos la mosca es una exquisitez.

Por tanto, una distorsión en el tamaño o la forma de la imagen de los objetos solo debería afectar a la precisión de los cálculos de velocidad y dirección del posible depredador; pero no debería asustarlas más que cualquier otro movimiento a su alrededor.

Hay muy pocos estudios sobre esta superchería (lo que dice mucho sobre la sensatez de los científicos), solo he encontrado dos referencias, ambos en universidades de EE.UU. y sus conclusiones son negativas: ya sean bolsas o botellas llenas de agua, no sirven como remedio contra las moscas, incluso uno de los estudios sospecha que más bien podrían atraerlas.

Estas divertidas paparruchas se venden como remedios naturales contra las molestas moscas (¿es natural una bolsa o una botella de plástico?), por el rechazo al uso de insecticidas químicos. Si no nos gustan estos, siempre podemos usar un matamoscas, una tira de papel engomada o sembrar plantas de jardín que repelan insectos (albahaca, laurel, lavanda, tanaceto, cebollino, capuchina, romero, menta, ajenjo, citronela, melisa…) muchas de ellas de un verde intenso y otras provistas de bonitas flores.

Luis Montalvo Guitart