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Pilar Bonet (Ibiza, 1952) fue destinada como corresponsal de “El País” en la URSS cuando tenía 31 años. No sabía en aquel, todavía no del todo orweliano, año 1984 que este destino iba a convertirse en algo así como su Destino. Desde entonces hasta ahora sigue en Moscú, excepto cuatro años de corresponsal en Alemania (1997-2001).

Para ella, el premio “Cátedra Manu Leguineche” también resulta especial porque coincidió con el final de su trabajo de corresponsal de “día a día”. Pero se queda en Moscú y va a seguir escribiendo para “El País”.

El acto de entrega del premio fue precedido por el coloquio “Vivencias del periodismo” con la participación también de Lucía Méndez (“El Mundo”) y Alberto Masegosa (Efe) que intercambiaron sus opiniones sobre la dura realidad del periodismo actual…

Quisimos hacer varias preguntas a Pilar. Lo hicimos en Sigüenza, el día siguiente a la entrega del premio.

¿Cuándo y por qué quisiste ser periodista?
Estudié filología hispánica porque me gustaba la literatura pero me gustaba sobre todo la lingüística. Y después, cuando estaba en cuarto o así, pensé que no me apetecía dar clases y viré al periodismo porque era una forma más práctica de utilizar la lengua, escribiendo artículos; me apunté al periodismo.
El ruso lo empecé a estudiar porque no había clases de polaco en Barcelona; quería estudiar polaco porque había visto películas de Andrzej Wajda, me encantaban. Y ya antes había estudiado inglés en el Británico, alemán en el Goethe, francés en Alianza Francesa. Eran los años 70 y había también ganas de huir, de marcharse, como Manu, de huir de este país que era muy provinciano, aquí estaba Franco, aquí estaban tus padres, había un ambiente represivo y tenías ganas de viajar, de salir. Y la manera de viajar y de salir era aprender idiomas. He llegado al periodismo por los idiomas, no por el periodismo en sí, aunque también me interesaba. Pero el periodismo era como algo imposible. Era algo como un sueño, como muy difícil de realizar… Y luego resultó que no era tan complicado.

¿Por qué te parecía complicado? ¿Porque no había muchas mujeres?
Sí había mujeres. Yo no pensaba en esos términos. Me parecía que era complicado que te cogieran, que te dieran trabajo, que te mandaran hacer cosas fuera, no sé… Pero luego descubrí que había muy poca gente que hablara idiomas, muy poca gente que se interesara por los idiomas. El alemán me dio trabajo en un periódico de Barcelona porque el periódico estaba suscrito a un servicio de información de Der Spiegel, y yo era la única que hablaba alemán.

Tenías ganas de irte pero ¿empezaste en los periódicos locales?
Sí, pero sobre todo lo más interesante fue una revista que se llamaba “Uc” que salió a la muerte de Franco. “Uc” es un grito ibicenco para darse a conocer en el campo, para que te oigan. Era un semanario, que unía todas las fuerzas democráticas de la isla de Ibiza, se registró en el año 76 y duró muy poco, unos meses. Pero fue una aventura formidable porque reunió muchísima gente que estaba en Ibiza como, no diría exiliados, pero sí desterrados. Fue un buen aprendizaje, porque teníamos gente de primera calidad en un entorno muy pequeño. Había periodistas que habían trabajado como corresponsales pero que se habían retirado… Un poeta que tenía una casa en el campo, un sociólogo… Gente que vivía en comunas… El tipo de vida en Ibiza por aquel entonces era como un poco marginal, un poco hippy… Conectamos con todos esos círculos, pero éramos tan de oposición, que no teníamos publicidad y se acabó cerrando. Fue mi primer trabajo. Denunciábamos la especulación urbanística, promocionábamos temas ecológicos; escribíamos sobre la guerra civil, lo cual no tuvo mucho éxito, al contrario, fue muy criticado porque destapamos antiguos tabús… Era un microcosmos, observar una isla… Teníamos un corresponsal en Mallorca y otro en Menorca… Yo también iba de enviada especial a Menorca. El director que escribía la sección de internacional, se compraba el Herald Tribune en el puerto de Formentera, en la barca se lo leía, venía, se sentaba a la máquina de escribir y escribía la sección de internacional. Siempre me decía: “Chica, qué lenta eres”.

¿Y eras lenta?
Sí, porque sobre todo necesitaba saber qué pasaba alrededor para escribir, y los otros no, porque tenían sus ideas ya formadas sobre el mundo.

¿Qué hiciste cuando se cerró?
Me marché a trabajar a Barcelona. Primero estuve en el periódico “Catalunya Express”, muy poco, un verano, y luego me fui a un diario nuevo que se llamaba “El periódico de Cataluña”, allí estuve un año o algo así. Y luego me fui a Viena. En Viena estuve tres años en la agencia Efe. En estos tres años cubrí las cosas de Europa del Este, los países del Pacto de Varsovia. Viajé por Polonia, Bulgaria, Rumanía, Checoeslovaquia…

Te gustaba escribir pero el trabajo en Agencia no es tanto de escribir como de enterarse.
Pero las cosas cambian. Motivaciones de una cierta edad no tienen por qué ser motivaciones de otra. Vas descubriendo las cosas. Yo creo que la escuela de agencia es muy buena. Te ayuda estructurar la información. Tú puedes ver muy rápido quién ha trabajado en una agencia y quién no.

Pilar Bonet (izquierda) junto a Lucía Méndez (El Mundo) y Alberto Masegosa (Efe)

 

¿Qué parte de trabajo te gusta más? ¿Investigar o escribir?
Para mí escribir es muy difícil, siempre. Me gusta que me cuenten las cosas. Escucharlas… Interpretar… ¡No me gusta escribir! Escribir es lo más duro.

¿Cuándo te diste cuenta de que estabas en Rusia en un momento único de su historia?
Poco a poco. Tampoco tienes mucho tiempo para pensar, vas escribiendo. Te das cuenta de momentos en los que estás presenciando la historia. Pero muchas cosas las ves después.

¿Haces algún paralelismo entre la transición y perestroika?
Sí, sí, incluso he escrito sobre eso. En el Fondo Gorbachov se han hecho muchísimos seminarios sobre eso. Un cambio desde arriba por gente del sistema, Suarez y Gorbachov, el Rey y Gorbachov, cosas así.

¿Ves noticias de España cada día?
Muchas veces no. Hay cosas que me interesan más que otras. Me interesa lo que pasa en Cataluña, me interesa lo que pasa con Pedro Sánchez y el partido socialista…

Cuando escribes, parece que te da igual si te leen o no...
Me da igual. ¡Hombre, prefiero que me lean!

Pero… ¿no tienes que conocer a tu lector español?
¿Por qué? No. Yo no pienso en el lector. Pienso en lo que pasa y cómo contarlo de la mejor manera posible para que se entienda, y que entienda la gente que no sabe (que no siempre lo consigo). Y los lectores no tienen que obligatoriamente ser españoles. Yo no tengo España como referencia. Además como soy de una isla… Me siento bastante internacionalista. He vivido demasiado tiempo fuera.

Un participante del coloquio dijo el otro día que los españoles no tienen tanta curiosidad por lo que pasa en el exterior…
Es que no se puede hablar así, uno habla más bien de lo que cree… Hay que hacer encuestas para saber esto. O mirar índices de lectura. Las secciones internacionales de los periódicos son las más leídas. Sobre todo, yo creo que la gente joven tiene interés por el mundo; es mi opinión; no lo sé.

¿Por qué nunca quisite irte de Rusia? ¿No te apetecía conocer otro país?
Yo creo que aquello era bastante grande como para dedicarle todo tiempo que le he dedicado. Y luego, no hay que olvidar que no es solo Rusia. A mí me interesa muchísimo lo que pasa en Ucrania y en el Cáucaso. Estoy acreditada en Bielorrusia. Me encanta el Asia Central. Yo en Rusia, si no hubieran existido otras repúblicas, no hubiera resistido tanto tiempo.

Con la crisis en Cataluña y con las cosas de Ucrania ¿haces también algún paralelismo para tí misma?
Para mí misma procuro no hacer muchas; y en el periódico, no. Deliberadamente. No quiero desenfocar. Pero algún comentario he hecho en mi blog sobre cómo interpretan los separatistas del mundo postsoviético lo que sucede en Cataluña. Cada uno lo hace según su historia.

¿Tus jefes te dan pautas?
Nadie me da pautas. Nadie me ha dicho: esto lo tienes que escribir de esta manera, jamás ha sido así. Puede ser que escribas cosas de una manera y las vean de una manera totalmente difrente, y el titulo puede ser totalmente distinto de lo que dijiste. Los títulos no son míos, los ponen en la redacción… Puede ocurrir que te empiecen a corregir un texto y lo destrozen. Otras veces te corrigen un error y tienes que dar las gracias. Pero no es censura política.

Se decía en el coloquio que la gente empieza a prescindir de los medios. Pero del corresponsal en otro país ¿cómo vas a prescindir?, es necesario para interpretar otra realidad, muy distinta…
Es un lujo y es caro, pero si te lo puedes permitir, es un plus para el medio. Es otra fuente más, nadie monopoliza todo. Nadie te da toda la verdad. No pienso que yo sea el intérprete del mundo ruso en España.

El premio “Cátedra Manu Leguineche” es una iniciativa conjunta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), la Diputación de Guadalajara, la Universidad de Alcalá (UAH), el Ayuntamiento de Brihuega y la Fundación General de UAH. La primera entrega del premio, que originariamente se llamaba “Manu Leguineche”, se celebró en 2010, en Sigüenza, la galardonada fue la periodista mejicana Lydia Cacho, y aún pudo asistir al acto el mismo Manu Leguineche, el veterano periodista español, fundador de agencias de noticias Colpisa y Fax Press. Después de su muerte en 2014, se creó en UAH una cátedra en su honor y cuyo nombre lleva desde entonces el premio. Al ganador se le nombra también profesor honorífico de la UAH.

Foto principal: Pilar Bonet visitando la casa de Manu Leguineche en Brihuega.