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Hoy estamos de peste y, sin abandonar el presente y sus muchos riesgos, los historiadores nos vamos al pasado, del cual, a veces, se sacan ánimos, viendo que “cualquier tiempo pasado fue peor”. Así pues, digamos algo sobre la peste, a la cual podemos dar el nombre que queramos.

Entre la ley oral de los hebreos encontramos la Misná, uno de los monumentos más venerables de la cultura humana, fruto de un larguísimo proceso llevado a cabo hasta el año 200. ¿Cuándo se puede decir que hay peste en una localidad? Pues este texto hebreo responde que “cuando en una ciudad que puede suministrar quinientos soldados de a pie son transportados fuera de ella tres muertos en tres días consecutivos, eso es peste. Si es menos de esto, no es peste”.

Este tema de la peste, hoy por hoy, es un tema bastante desconocido en la historia de Sigüenza y de sus territorios de relación a lo largo del tiempo.

La noticia más antigua que he encontrado es de tiempos de Pedro IV de Aragón que vino en ayuda de los habitantes de Ariza, que se lo habían solicitado, prohibiendo en Lérida el 14 de marzo de 1352 que sus oficiales apresaran a los moros de Ariza que habían estipulado unas escrituras a condiciones usurarias que no podían cumplir. Estas escrituras tan desfavorables las habían convenido ante la miseria en que estaban a causa de las malas cosechas y de la peste. Es uno de los pocos documentos con información de la Peste Negra que probablemente llegaría a las tierras del obispado subiendo el valle del Ebro desde Cataluña.

Sabemos que la peste asolaba Medinaceli en diciembre de 1446 pues, desde Tordesillas, el 5 del mes Juan II ordenó a Gastón de la Cerda que devolviera a su padre Luis de la Cerda, conde de Medinaceli, el castillo de Cogolludo, mientras durara la peste que asolaba Medinaceli y su tierra.

Imagen de San Roque. Palazuelos.

También hubo peste en Sigüenza en 1445-1447, pero ignoramos si podemos asociarla a la turbulenta situación de la zona, dados los problemas causados en ella por los infantes de Aragón, y lo mismo en 1472, y también sabemos que Atienza sufrió epidemias de peste en 1400, 1422, 1425, 1446 y 1468, al menos.

El brote de peste de 1466 entró el 1 de noviembre por Sopetrán y alcanzó Valfermoso de las Monjas. La enfermedad comenzaba con un dolor fortísimo de costado que no dejaba tranquilos un momento a los afectados que, al final, dejaban de existir.

En 1472 encontramos noticias de peste en Medinaceli, pues algunos judíos de Medinaceli se trasladaron por su causa a Saelices y Almaluez.

Un brote más tenemos registrado en las Actas de cabildo seguntino a primeros de junio de 1478. El 28 de junio el cabildo estableció que cada capitular se fuese donde quisiere por miedo a la pestilencia y porque estaba malsana la ciudad pero, contrariamente a cuanto había sido establecido antes, no ganasen los ausentes las interesencias (o sea otro dinero).

Nueva noticia de la peste en Almazán tenemos en 1483, en una declaración a la Inquisición de Alonso Gutiérrez, vecino de Matute de Almazán, hecha en Almazán el 10 de junio de 1505, en la que dice que los judíos de Almazán habían huído y alguno se había ido a Matute.

Otra vez encontramos esta enfermedad a finales ya del invierno de 1487. Los canónigos seguntinos Francisco de Herrera y Diego Fernández de Guadalupe habían enviado a sus mozos a por fruta a Saldaña, en tierra de Ayllón, donde morían de peste y a la vuelta había muerto un mozo de Diego Fernández de Guadalupe, de los que habían ido a comprar la fruta. El  1 de marzo el cabildo mandó que Diego Fernández cerrase con dos candados la casa donde se había verificado la muerte y que no se abriese hasta que lo estableciese el cabildo. Es probable que alguno se contagiara en Sigüenza, pero en todo caso el problema debió ser de poca duración porque ya el 16 de abril el cabildo decidió ir en procesión a la iglesia de los Huertos “porque a nuestro Señor le ha placido alçar su yra desta cibdat” y así mismo para impetrar la victoria de los reyes contra los moros.

Nuevamente había peste en noviembre de 1488, pues el acta capitular del día 4 nos informa de que los maitines se celebraban mal porque muchos beneficiados habían dejado la ciudad a causa de la peste y por eso establecieron que si el sagrariero, Cifuentes, Fabián González, el cura de Santiago y el organista quisieran asistir a maitines, cada noche se les diesen cuatro maravedís; todos ellos eran clérigos no pertenecientes al cabildo. Nuevamente venimos a saber de la peste en 11 de abril de 1489, pues algunos miembros del cabildo temían morir a causa de ella y por eso se estableció que hubiera jubileo (o sea libertad de asistencia a coro) desde el lunes de Resurrección hasta la fiesta de San Juan de junio, de manera que pudiesen abandonar la ciudad.

El licenciado Núñez, en su obra, reseña peste en la comarca de Molina en 1501, 1507, 1513, 1519 y 1581 con noticia de una gran mortandad en Molina de Aragón en 1501, por lo que el Butrón –procesión desde Molina al santuario de la Hoz el 1 de Mayo– tomó nuevo auge. Al parecer el rebrote de 1519 dejó a la villa con menos de 100 vecinos, quedando solo cinco clérigos del cabildo, asegurando Portocarrero que solo quedaron 300 vecinos; a raíz de esta epidemia se fundó la cofradía de San Pedro.

Imagen de San Roque.

Un brote de peste en los alrededores de Sigüenza se detecta en marzo de 1507 y duró hasta muy avanzado octubre, pues el 22 se declaró el fin de la epidemia, que sin embargo se reprodujo a los quince días con una cierta virulencia, acabando definitivamente a primeros de enero de 1508. En la reunión capitular del 22 de marzo de 1507 se ordenó el cierre de las puertas de la ciudad, excepto la de Guadalajara y el portal Mayor, en las que se había de poner un guardia asalariado, para lo cual deputaron al chantre y al procurador Enzinas. Precisamente para evitar la pestilencia, establecieron que el mercado no se hiciese en la ciudad, excepto en el prado de la salida, junto a San Lázaro, que la audiencia episcopal actuase en Ntra. Sra. de los Huertos y la de los alcaldes en San Lázaro, hablando todo ello con el concejo. El siguiente 21 de mayo mandaron al canónigo Cienfuegos que diese todo el pan que el señor Montalegre le pidiese del Arca de Misericordia, para dar a los pobres forasteros en las puertas de la ciudad, de manera que no entrasen en la ciudad al haber pestilencia.

Entre 1528 y 1533 la peste se extendió por España y los seguntinos constituyeron la cofradía de San Roque, erigiendo una ermita al santo, y Martínez Taboada da noticia de peste en Sigüenza en 1530.

En 1539-1540, a causa de la carestía vinieron numerosas enfermedades, en especial la modorrilla, pestilencia contagiosa, que produjo muchas muertes en España, pero no tenemos noticias de Sigüenza al respecto.

A causa de una epidemia de peste que asoló el señorío de Molina y la tierra de Albarracín se fundó en 1544 la cofradía de la Asunción y San Roque en Alcoroches pidiendo la preservación de la peste que asolaba a Orea, de cuyo lugar y otros “venía mucha gente huyendo y que en los campos se caían muertos y otros se retraían a las hermitas” por lo que fundaron la cofradía de Alcoroches.

Otra peste se declaró en España en 1557-1558, tras unos años de malas cosechas, por lo que se tomaron medidas para evitar la llegada a la ciudad de Sigüenza y el ayuntamiento se vio en la necesidad de pedir trigo a don Antonio Téllez y doña Catalina Pacheco, hermanos del entonces obispo, cardenal Pacheco. Todavía en abril de 1559 se mantenían las medidas preventivas en Sigüenza.

El 16 de junio de 1564 el cabildo rogó al obispo que dispusiera actos de culto, plegarias y procesiones para impetrar del Altísimo las gracias oportunas ante la epidemia de peste existente en Zaragoza.

Una epidemia –ignoro sus características– hubo en Sigüenza en el otoño de 1571 pues una carta del provisor Juan Yáñez de Valmaseda al cardenal obispo Espinosa del 23 de octubre dice: “en esta ciudad parece se van aplacando las enfermedades y hay más salud”.

Una nueva pestilencia hubo en 1578 y en junio el cabildo seguntino permitió que cada uno fuese donde quisiera por miedo a la enfermedad.
Entre el 21 de marzo y el 22 de agosto de 1579 hubo 22 defunciones en Alustante.

Hubo una epidemia generalizada desde 1597 a 1601 causando una notable mortandad. De 1598 a 1601 encontramos la epidemia de peste en Ayllón, y solamente en 1598 en la parroquia de Santa María de Mediavilla se registraron 58 defunciones. En esta época se estableció el voto a San Roque.
Sigüenza empezó a movilizarse contra la peste el 9 de abril de 1598 cuando el concejo acordó la contratación de un médico, el doctor León; la enfermedad se fue acercando y en abril de 1599 estaba en Ayllón por lo que el 6 de abril de ese año se decidió en Sigüenza cerrar las puertas, excepto la de Guadalajara, poniendo persona que la controlara, y parece ser que la peste no afectó a la ciudad.

También esta epidemia de 1598 a 1602 debió tener una cierta virulencia en la tierra de Molina de Aragón y en consecuencia se rehizo, a instancias del cura Felipe Tercero y León, la ermita de Villar Viejo, en Alustante, bajo la advocación de San Roque poniendo en ella una lápida, el 13 de abril de 1601 con el siguiente texto:

DE PESTE EL ORBE LLAGADO
ESTA ERMITA EDIFICAMOS
Y BUESTRA FIESTA BOTAMOS
ROQE SED NTRO ABOGADO
PHELIPE TERÇERO Y LEÓN
 CVRA
ANNNO DMI 1601 ABRIL 13

De esta manera San Roque se convirtió en copatrono de Alustante y desde entonces se hace la romería a la ermita el 16 de agosto.

Desde junio hasta dicembre de 1599 la epidemia de peste tuvo intensidad en la tierra de Almazán donde causó una mortandad el doble que la europea y muy por encima de la española.

También hay noticias de peste en 1629-1631, 1638-1654 y 1694.

Peste se registra en Jadraque entre 1647 y 1653.

Una epidemia de peste se dió en 1653 en Tierzo, falleciendo 21 personas; se encomendó la población a la Virgen de la Hoz, cesando la enfermedad y haciendo voto los habitantes de ir cada año al santuario penitentes y vestidos con capirotes.

Constatamos una epidemia de peste en Sigüenza a finales de 1676, cuando el cirujano del cabildo, Pedro del Castillo, pidió permiso al cabildo para hacer disecciones de los cadáveres y así conocer mejor la enfermedad; más tarde hubo un recrudecimiento de la peste en la meseta castellana que afectó a la ciudad en 1678.

Otra peste se declaró en 1684 y cesó en Sigüenza a comienzos de Febrero de 1685; más tarde registramos otra en 1699.

La fe católica encontró abogados contra la peste en San Sebastián y San Roque y junto con ello un nuevo motivo de cultura popular.

Una copla de Atienza dice:
Arrímate a mi viña,
que soy San Roque,
por si viene la peste,
que no te toque.

En Sigüenza el hospital de San Mateo fue evolucionando con la ciencia; se separaron los enfermos de medicina y los de cirugía; y se permitió la disección de cadáveres en años de peste para mejorar el conocimiento de las causas de la enfermedad.

El siglo XIX fue el siglo del cólera con epidemias en 1803-1805, 1833-1834, 1855, 1865 y 1885. Y así llegamos a “la española” que tuvo importancia en Europa y que fue otra peste aunque la llamaran gripe.

Y como siempre, en estas epidemias se distinguen las gentes buenas en el ámbito sanitario, religioso, de orden público, administrativo e incluso en el político y, por eso, viendo lo que pasaba entonces, no nos podemos extrañar de que la gente, si puede, salga huyendo. O se le puede o del enemigo hay que huir.  

Pedro A. Olea Álvarez