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Hace menos de un año, el pasado 23 de marzo, falleció en Londres este escocés que en los últimos veinticinco años ha elevado la novela negra a una considerable altura de calidad y éxito gracias, sobre todo, a la magnífica serie de novelas protagonizadas por el detective Bernie Gunther y que tiene su ámbito en la Alemania nazi y la Europa en reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. Con su desaparición se pierde una referencia obligada en el renacimiento de este siempre apreciado género literario que ha tenido lugar en los últimos tiempos de la mano de autores tan cruciales como Benjamin Black, Jo Nesbo o Fred Vargas. Dotado de un gran sentido del humor y conocedor a fondo del período nacionalsocialista alemán creó este personaje único, antiguo policía de la brigada criminal berlinesa que, angustiado por el éxito de Hitler y los suyos, abandona el oficio para verse más tarde obligado a retornar bajo las presiones de los nuevos dueños de Alemania. Gunther se ve obligado a colaborar con el régimen e intenta sobrevivir bajo su férula al tiempo que intenta desesperadamente salvaguardar su moral que, al igual que sus compatriotas, se ha visto corrompida por los crueles gobernantes que se han hecho con las riendas de su país y, posteriormente, de media Europa. En esta ocasión, penúltima de sus obras (la novela póstuma se editará en España a lo largo de este año), estamos en los años cincuenta, en plena efervescencia de la Guerra Fría. Gunther vive medio camuflado en la Riviera francesa, prestando sus servicios en un conocido hotel de la zona, cuando se le presenta de improviso Erich Mielke, general de la Stasi germano-oriental, antiguo policía nazi, quién viene a chantajear a nuestro personaje para que asesine a una mujer, al parecer espía británica. Ante la perspectiva de terminar por convertirse en un siervo del temido cuerpo represor comunista, Gunther le pega el esquinazo y, en su fuga a mejores guaridas, rememora un asunto que llevó a medias con su perseguidor allá por los años de la dictadura hitleriana. Y en esta evocación se centra la trama crucial de este relato, en el que participan siniestros y despiadados personajes entre los que destacan por méritos propios Martin Bormann o Reinhardt Heydrich (precisamente el único dirigente nazi que fue asesinado durante los años de su hegemonía, en Praga). El libro reproduce todas las virtudes que ha venido mostrando Kerr en todas sus creaciones que tienen a Gunther como epicentro de las mismas: un conocimiento profundo de la Alemania nazi que plasma más que correctamente en sus páginas, analizando su carroñera naturaleza y exponiendo en toda su acritud la ausencia de valores y principios que caracterizaron a aquellos años en que la maldad se instaló en la administración de uno de los países más cultos del universo y en los corazones de millones de sus ciudadanos. Al tiempo tenemos una narración fluida y tensa que mantiene vivo el interés del lector hasta el final, así como la presencia de un personaje que ha hecho del cinismo una obra de arte en su lucha por huir de un pasado denigrante que no se puede arrancar, a la búsqueda de una salvación en la que no cree. Lástima que se haya terminado definitivamente esta grande e interesante serie.