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El 25 de noviembre, como cada año desde 1999, se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En Sigüenza tanto el Centro de la Mujer como el Centro Juvenil La Salamandra organizaron actividades de concienciación contra la violencia machista:

– una jornada formativa sobre la erradicación de la trata de personas con fines de explotación sexual.

– una actividad de geocaching por la eliminación de la violencia hacia las mujeres.

Mil gracias a las dos entidades por trabajar por conseguir una sociedad mejor y más justa para todas y todos.

La violencia contra las mujeres incluye desde la trata, la violencia sexual, la violencia económica, la violencia psicológica, la violencia digital, el acoso, la mutilación genital, etc. Pero la más extrema es el feminicidio. Diana Russell define feminicidio como “el asesinato de mujeres por hombres motivados por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las mujeres”. Suelen ocurrir en el ámbito domestico como consecuencia de la violencia de género y son considerados crímenes de odio.

En España, en lo que llevamos de año, ya han ocurrido 45 feminicidios, según cifras oficiales (si añadimos los datos no oficiales, el número de feminicidios en España alcanza 92): Jénnifer Hernández Salas, Celia R. A., María del Pilar Cabrerizo López, María Adela Fortes Molina, María Paz Fernández Borrego, Dolores Vargas Silva, María del Carmen Ortega Segura, Patricia Zurita Pérez, Doris Valenzuela Angulo, María José Bejarano Jiménez, Silvia Plaza Martín, María del Mar Contreras Chambó, María Soledad Álvarez Rodríguez, Josefa Martínez Utrilla, Francisca de Jesús Pérez Ixcayau, María Magdalena Moreira Alonso, Raquel Díez Pérez, Martha Josefina Arzamendia de Acuña, María Isabel Fuente Antuña, Cristina Marín, Alí L., María Judith Martins, María Isabel Alonso López, Mari Paz Martínez, Leyre González Justo, Ana Belén Varela Ordóñez, María Estela Izaguirre, Natalya Balyuk, Ivanka Petrova, María Dolores Mínguez Herrero, Eva Bou F., Yésica Menéndez, Jhoesther López, Nombre y apellidos no conocidos, 71 años, Barcelona; Sara María de los Ángeles Egea Jiménez, Nuria Alonso Mesa, Maguette Mbeugou, María Manuela, Aicha B., Anna María Giménez Martínez, María José Pallarés, Fátima (apellidos no conocidos), Yolanda Jaén Gómez, Rokhaya D.

Eran mujeres de todas las edades, de todas las condiciones socieconómicas, a lo largo de toda la geografía española. Los únicos elementos en común a todas, es que eran mujeres y estaban en España cuando fueron asesinadas.

Y si hablamos de hasta 92 asesinatos machistas, también hablamos de 92 asesinos. Estos asesinos machistas, en la mayoría de los casos, tenían una vida normal antes de cometer el feminicidio: convivían normalmente en su entorno, eran buenos trabajadores y buenos amigos. A lo mejor tenían algún problema con su pareja, pero también tendrían problemas en el trabajo y no se les ocurrió matar a su jefe o a sus compañeros de trabajo. A lo mejor tenían un carácter agresivo, pero no se les ocurrió matar a quien discutiera con ellos por cualquier discusión de política o de futbol. No. El traspasar la línea entre la vida y la muerte decidieron hacerlo con sus parejas. ¿Casualidad? No. No es casualidad, es machismo.

Si queremos dejar de ser una sociedad que no deja de producir mujeres asesinadas y hombres asesinos ya podemos ponernos las pilas. Y, en este asunto, todos y todas aportamos a favor o en contra. No hay posibilidad de posiciones neutras.

Cualquier medida contra el machismo es buena, hasta la más pequeña: no reírse de los chistes machistas (a los que acaban siendo asesinos les hacen mucha gracia); utilizar lenguaje inclusivo (crea conciencia de que las mujeres también contamos); no interrumpir ni desautorizar a una mujer cuando habla (por respeto), etc.

Revisemos todas nuestras conductas cotidianas, todas suman o restan en la lucha contra la violencia machista.