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El artículo anterior de El Secreto trataba de los trajes espaciales y quiero seguir con el asunto; pero desde un punto de vista realmente diferente.

Uno de los primeros trajes espaciales que merecen tal nombre, por ser trajes desarrollados técnica y científicamente viables para condiciones de ausencia de aire, alta radiación y bajísimas temperaturas, fue desarrollado en España por Emilio Herrera Linares, coronel de aviación, aviador, científico e ingeniero aeronáutico.

Herrera nació en Granada en 1879, estudio en la Academia de Ingenieros de Guadalajara y en 1902 ingresó en la Escuela de Aerostación de nuestra capital de provincia.

En su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias, en 1932, anunció un proyecto para un vuelo en globo aerostático a la estratosfera, quería alcanzar 26 km de altitud. Herrera diseñó el globo con barquilla abierta, que fue construido en 1935 por el Regimiento de Aerostación de Guadalajara, y el traje necesario para la misión.

Este traje, llamado Escafandra Estratonáutica, fue construido en la Escuela de Mecánicos de Cuatro Vientos. Se componía de una prenda interior hermética de seda vulcanizada (que probó en la bañera de su casa en Sevilla), otra prenda de tela reforzada por hilos de acero y una estructura de duraluminio, articulada como un acordeón en los hombros, las caderas, los codos, las rodillas y los dedos. Durante las pruebas demostró haber resuelto los problemas de movilidad que tenían todos los trajes presurizados anteriores al suyo (dos americanos, uno italiano y otro alemán).

Tenía un casco metálico con visor de cristal reforzado, antivaho y con filtros ultravioleta e infrarrojo. Incluía un sistema de respiración en circuito cerrado tipo Davis, basado en oxígeno puro, por lo que tuvo que desarrollar un micrófono sin carbono, para evitar chispas eléctricas.

Diseñado para trabajar en condiciones de baja temperatura, desarrolló un sistema de calefacción para el traje; sin embargo, en las pruebas comprobó que en el vacío el problema era el contrario: el calor no se disipa y el traje alcanzaba los 33 ?C. El traje incluía termómetro, barómetro y herramientas para la toma de muestras. Las pruebas en tierra demostraron que funcionaba perfectamente en condiciones equivalentes a 18 km de altitud.

El vuelo estaba programado para mediados del año 1936; pero el inicio de la Guerra Civil impidió su realización.

Durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes, con quienes había realizado la primera travesía del Atlántico en dirigible, le invitaron a unirse a ellos. Lo rechazó.

La NASA utilizó sus ideas para el diseño de sus trajes espaciales y le solicitó incorporarse al proyecto espacial americano. Herrera puso como condición que la bandera española llegara a la Luna, a lo que los americanos se negaron. Después del programa Apolo, el propio Neil Armstrong hizo llegar a su familia un fragmento de roca lunar como reconocimiento de su influencia.

Emilio Herrera es uno de esos científicos españoles olvidados que demuestran que es falsa esa creencia de que en España no podemos hacer Ciencia de alto nivel. Aquí ha habido y hay mucha gente de genio; aunque desde 1700 las guerras y los gobiernos miopes (por decir lo menos) han truncado cada momento de despegue de la ciencia española impidiendo su continuidad.

Ilustración. Escafandra Estratonáutica del coronel Emilio Herrera. Cuatro Vientos, Madrid, 1935. Fotografía © Mark Wade (http://www.austronautix.com)