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John Gloud. Pinzones de Darwin. 1837. Fuente: http://educ.jmu.edu/~rosenhjd/Research.html

Algunos, cada vez menos, no creen en la Evolución, no aceptan que la naturaleza cambie los seres vivos y piensan que han permanecido siempre iguales. Uno de sus argumentos es:

La Evolución no está demostrada, si no, no se llamaría “Teoría” de la Evolución.

Esto es una falsa creencia… a pesar de que es verdad. ¿Cómo es posible?

Lo primero, separemos la Evolución y la Teoría de la Evolución de las Especies basada en la Selección Natural de Darwin. Ya que la Evolución es un hecho: las especies animales y vegetales cambian, basta con salir al campo y recoger fósiles para ver especies desaparecidas o reconocer la adaptación continua de los virus; mientras que cualquier Teoría de la Evolución es un postulado que intenta explicar el fenómeno natural.

Teorías de la Evolución hay muchas, y la de Darwin ni siquiera fue la primera. Curiosamente una de las primeras fue la de su abuelo Erasmus Darwin, naturalista aficionado que defendía que las plantas luchaban por la luz y aquella que crecía más rápido conseguía tener más descendencia. Pero Erasmus no era un científico y sus ideas solo eran opiniones.

La teoría rival de la de Darwin fue la del científico Jean-Baptiste Lamarck, quien sostenía que “la función crea el órgano”; es decir, que la necesidad de un pájaro de tener un pico largo para llegar al fondo de un tronco y comer unas larvas haría que a la especie le fuera creciendo el pico, lo que nos parece un tanto “mágico”.

Por el contrario, Darwin sostenía que las diferencias individuales (haber nacido con el pico ligeramente más largo) permitía tener más éxito en la alimentación, y por tanto, en la reproducción.

Ambos, Lamarck y Darwin, hicieron observaciones y análisis científicos de sus ideas.

La ciencia funciona, más o menos, así. Ante un fenómeno natural se postula una teoría que lo explique. Esta teoría debe explicar lo que ya se conoce y el fenómeno nuevo. Pero además, la teoría debe estar expresada de forma que se pueda idear un experimento (una observación) que permitiera demostrar que la teoría es falsa (falsabilidad).

La ciencia nunca dice “se ha demostrado que esto es así”, sino “no se ha podido demostrar que esto no sea así”. Esto es válido para todas las ciencias, salvo para una, las matemáticas, que sí son capaces de demostrar, sin duda, lo que dicen.

La teoría original de Darwin era insuficiente para explicar cómo surgen los cambios y se ha tenido que complementar con otras explicaciones, y hoy hay científicos que piensan que ya es necesaria una teoría nueva.

De modo que es verdad, como todas las teorías científicas (la Deriva de los Continentes, la Relatividad, etc.) la Teoría de la Evolución de Darwin es una “verdad provisional”, hasta que otro científico encuentre una explicación mejor del fenómeno observado de la Evolución.

¡Pero cuidado! esta provisionalidad no la pone en pie de igualdad al Creacionismo o el Diseño Inteligente, porque estas teorías no están basadas en observaciones científicas, ni están expresadas en términos “falsables”; es decir, no hay forma de idear un experimento o una observación que demuestre que son falsas y, por tanto, no son teorías científicas, sino simples creencias.