Juan de Ures

Lo que comenzó hace ocho años como reunión de amigos en torno a una pitanza lleva camino de hacerse tradición en Santamera. San Chivín, el santo que nació como casi todos los santos al amor de la palabra y de la hoguera, ha crecido, se ha hecho grande —que no mayor— y este año, el 16 de diciembre de 2017 se nos ha vuelto a aparecer. ¡Esta vez en forma de gigante! Los vecinos deciden adoptar al santo y contribuir a la financiación del festejo.

De su mano vino el fuego, y con el la tierra incandescente jugando malabares entre chispas y lenguas ardientes. El santo se inmoló de gusto a continuación del espectáculo del ceramista dando vueltas y vueltas al ritmo de las llamas y las ráfagas de viento preñadas de algarabía. Entre chisporroteos y fogonazos se consumió lentamente hasta ceder el protagonismo a las estrellas.

Dentro ya del pesebre, a resguardo del relente, esperaban “Las Chochos”. Nos dieron un conciertazo inesperado —por puro desconocimiento— y nos dejaron buen sabor de boca para toda la velada, que se prometía, como siempre, inacabable. Habíamos venido de todas partes: Madrid y alrededores, Riofrío del Llano, Atienza, Guadalajara, Ujados, Sigüenza, Albendiego, Cuenca, Cataluña, País Vasco, Extremadura, Galicia, Andalucía, Navarra, Marruecos, Suiza, Francia..., y hasta uno de Valencia que había traído naranjas y limones, y que si llega a saber que estábamos en fallas se hubiera traído un ninot...

Pues eso, que San Chivín os desea una buena entrada, y si es posible a ver si encontramos una buena salida...