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El 20 de mayo se celebra en todo el mundo el Día Mundial de las Abejas. Eslovenia lo propuso porque los polinizadores han sido una ayuda para combatir el hambre a lo largo de la historia, especialmente las abejas. Un insecto que puede polinizar hasta 7.000 flores al día y proveernos de miel como alimento y medicina sin necesitar una parte de tierra o algún capital.

La razón es que, en esa misma fecha, en Eslovenia, se celebra el nacimiento de Anton Janša, quien en el siglo XVIII fue pionero en las técnicas modernas de apicultura en ese país.

Existen otros argumentos muy importantes para dedicar un día a las abejas: Los polinizadores, en este caso las abejas y otros insectos, están disminuyendo de manera alarmante a causa de la destrucción de la naturaleza por el ser humano, uno de cuyos efectos es el llamado Cambio Climático, y otro es, sin duda, el uso y abuso de productos fitosanitarios en la agricultura.

El peligro es tanto que la plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES en inglés) le ha insistido al mundo que “un creciente número de polinizadores están amenazados de extinción, a nivel mundial, debido a varios factores, muchos de ellos causados por el hombre, lo que pone en riesgo los medios de existencia de millones de personas y cientos de miles de millones de dólares de producción agrícola”.

Hoy desde la Asociación de Amigos de las Abejas de Sigüenza queremos rendir un pequeño homenaje a las abejas, y para ello nada mejor que hacerlo con esperanza, publicando un pequeño capítulo del libro titulado “Alas de vida sobre el río Dulce” (1). Esperamos que os guste y que entre todos seamos capaces de admirar y proteger a este maravilloso e inteligente ser vivo.

LA MIEL DE LA INMORTALIDAD

Ciertamente, los pájaros no cantan solo para alegrar la primavera con sus trinos.

Félix Rodríguez de la Fuente

A lo largo de mi vida nunca dejé de alimentarme con la miel de la inmortalidad, con el polen del conocimiento y con los dulces aromas de la verdad que me transmitieron las abejas. La abeja y la palabra siempre han estado unidas, por ello, en algunos países, las colmenas se esculpen con forma de cabeza humana de modo que las abejas entran y salen por su boca, por la palabra verdadera.

Muchas noches, el viento trajo a los pies de mi cama mariposas y abejas llenas de historias, de cuentos maravillosos como los que me contó la reina Melisa y, en mis sueños, me convierto en un pequeño príncipe, en un niño que creció tras las murallas del castillo de Sigüenza cuyas puertas permanecieron cerradas a sus ojos sin permitirle traspasarlas hasta que fuera coronado. Su padre, el rey, quería protegerlo de las maldades que asolaban el reino en aquellos tiempos.

El niño, ya hombre, quiso conocer el mundo nada más morir su padre, las puertas del castillo se abrieron por vez primera para él y, junto al anciano sabio que lo educó, cabalgó hasta los confines del reino.

⸻Enséñame, maestro, como es el mundo, llévame a la mejor escuela de sabiduría donde me enseñen a ser un justo y digno soberano para mi pueblo. 

Tras muchos días de marcha se detuvieron al pie de un inmenso árbol, sus ramas estaban todas secas, no tenía hojas, flores ni frutos, sin vida, pero lleno de vida. En su interior habitaba una gran familia de abejas, miles de ellas zumbaban y volaban alrededor del corazón del gran árbol.

⸻Hemos llegado a la escuela de la sabiduría, mi rey ⸻dijo su sabio maestro.

El joven rey se acercó para ver mejor esas extrañas y pequeñas criaturas, el olor de la cera y de la miel cautivaron sus sentidos.

⸻¡Es el perfume de Dios! ⸻exclamó⸻ ¡Qué criaturas más maravillosas! ¿Quién es este pueblo y cuáles son sus leyes?

⸻Son abejas, mi rey, la miel que tanto os gusta la fabrican aquí.

El sabio maestro le explicó como la abeja reina de la familia había renunciado a ver la luz del día, al aroma de las flores, eligiendo vivir en la oscuridad, viviendo en el espíritu de la colmena que gobierna este pueblo, en el que todos sus habitantes se someten a su ley. Aquí se encuentran palacios de cera, celdas en las que habitan larvas dormidas, arquitectos que construyen sin descanso y buscadoras del elixir de la vida en las flores.

⸻El amor habita en el interior de cada una de ellas, joven rey, y transforma el dulce néctar en miel. Beso a beso se transmiten el oro líquido, el oro de la vida y de la sabiduría. Has de saber que esta reina ha renunciado al mundo para servir al espíritu de la colmena y que ninguna abeja trabaja en su propio beneficio, de hecho, cuando la colmena alcanza la cima de su obra y se desborda, repleta de miel y polen, estas recolectoras de rocío enjambran. Más de la mitad de ellas abandonan el fruto de una vida radiante, renuncian al enorme tesoro acumulado para escoger una nueva morada, un refugio desnudo y desolado que tan solo tendrá techo y paredes y, en él, comenzarán todo de nuevo.

⸻¿Por qué renuncian a los tesoros acumulados después de tanto trabajo? ⸻preguntó al sabio maestro.

⸻Para que este acto de amor invada el mundo, para extender su reino de sabiduría, para que llegue a todos los seres vivos su mensaje, para dar vida y regalar la inmortalidad. Las abejas están al servicio de una vida invisible pero que brilla más allá de la oscuridad. Las flores son prisioneras de la tierra que las guarda, las abejas se posan en ellas para libar la esperanza, el deseo de que la vida se prolongue más allá del tiempo. Igual que mil millones de gotas de agua evaporadas dan vida a una nube, igual que un haz de leña hace que nazca una hoguera, miles de abejas crean con su trabajo la luz del mundo.

Y así fue como, el joven rey, fue la abeja reina de su pueblo, aprendió la verdad en la mejor escuela y guió a sus súbditos por los caminos del corazón.

 Antonio Nicolás Ochaíta

Asociación de Amigos de las Abejas de Sigüenza

(1) Autor: Antonio Nicolás Ochaíta. Editorial AACHE, 2023

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